Es un
tipo de Glaucoma poco frecuente pero con consecuencias
devastadoras si no es diagnosticado a tiempo,
generalmente estos pacientes son diagnosticados al
momento de nacer por el Pediatra, pero en la mayoría de
los casos son los propios padres los que primero
detectan las alteraciones en los ojos de su pequeño
hijo, dentro de este tipo de Glaucoma se engloban varios
subtipos. Su gravedad varía dependiendo de la edad de
aparición, la agresividad de la enfermedad y de la
presencia de malformaciones asociadas.
Todos
estos pacientes tienen un pronóstico visual malo, sin
embargo podemos evitar que estos pacientes lleguen a la
ceguera, los controles con el especialista deben de ser
periódicos durante toda la vida.
El cuadro
clínico que caracteriza esta enfermedad son: crecimiento
anormal del ojo, perdida del brillo de los ojos (color
azulado), lagrimeo constante, enrojecimiento, molestias
con la luz (fotofobia), parpadeo repetitivo (blefaroespasmos);
sin embargo estos síntomas suelen ser confundidos con
otras enfermedades por lo que es recomendable la
adecuada valoración oftalmológica.
Si la
sospecha es alta se les recomienda una valoración bajo
anestesia general en el quirófano con el especialista
para poder observar con detalle todas las estructuras
que pudieran verse afectadas y saber en qué estado se
encuentra el ojo, pudiendo también determinar si existen
otras malformaciones asociadas.
El
tratamiento de todo niño con Glaucoma congénito siempre
es quirúrgico, en estos casos el tratamiento
medicamentoso suele ser ineficaz, hay que tener en
cuenta que a pesar de existir una gran variedad de
medicamentos antiglaucomatosos, no todos los
medicamentos pueden ser prescritos para uso pediátrico
por los graves efectos secundarios que se pudieran
presentar.
El tipo
cirugía que se pueda decidir tiene como única finalidad
permitir el control adecuado de la presión del ojo y así
evitar el daño progresivo que se pueda presentar en el
nervio óptico, llevando a la conservación de la visión,
no siempre un único procedimiento logra el control
adecuado de la presión por lo que estos pacientes
necesitan controles periódicos para definir la adecuada
evolución del tratamiento.